jueves, enero 04, 2007

Continuum

Si alguna vez os preguntastéis qué es un continuum dialectal, lo voy a explicar con un ejemplo cercano.

La imagen refleja algún momento anterior a la formación de los estados español y francés, y a que, a base de fuerza centralizadora lingüísticamente, el castellano y el francés se impusieran como lenguas principales a uno y otro lado de los Pirineos.
Como podéis observar para empezar, en esta franja horizontal de tierra el francés ni siquiera tiene lugar, pues no es nativo a ninguna de estas zonas.

Pues bien, un continuum lingüístico es una zona geográfica en la cual las lenguas o dialectos son inteligibles con su vecino más próximo par a par, pero las lenguas o dialectos de los extremos tienen un nivel de inteligibilidad mucho menor, y en muchos casos nulo.

Así, como el mapa muestra, podemos viajar de Vigo a La Costa Azul recorriendo toda una serie de lenguas románicas interrelacionadas estrechamente par a par.

Me explico.
Existen entre esos grupos lingüísticos ahí mostrados unas zonas de contacto en las que se dan dialectos transicionales, representados en el mapa por las zonas dentadas, que comparten rasgos de ambas vertientes, evoluciones fonéticas comunes.

Tenemos que entre el galaico-portugués y el astur-leonés existe por el Norte el (mal) denominado gallego-asturiano (de Asturias), que no es sino un dialecto occidental del asturianu que debe sonar ya a gallego, y por el Sur el mirandés de Portugal, que deriva del leonés medieval, ahora influenciado por el portugués.
Entre el aragonés y el catalán tenemos el ribagorzano (y el ribagorzano transicional) que siendo aragonés ya presenta numerosas afinidades con el catalán.
Y el propio alto-aragonés, como ya dije, comparte más de lo que pensaba con el bearnés, el aranés y con ciertas evoluciones fonéticas del euskera, así como léxico y modismos.

Podemos ver también que el castellano es nativo a Cantabria, con cuya variante astur-leonesa comparte bastantes rasgos (por ejemplo, la aspiración de la f-, que ya se da en los dialectos orientales de Asturies, p.ej. en Llanes escriben "jágalo el jiyo" por "hágalo el hijo" o en asturianu estándar "fágalo el fiyo"), a Burgos, al País Vasco (pues no se habló en época histórica, post-romana, euskera en el Oeste de Bizkaia, Encartaciones, Oeste de Álava, véase que Llodio es una evolución padremoñal del nombre propio Claudio, en euskera Laudio, ni en el Sur de Álava y Navarra) y a la Rioja, siendo entonces la lengua castellana tan "castellana" como cántabra, vasca o riojana.

Nótese también el efecto especular del (substrato) euskera en las lenguas romances de la zona:
El castellano comparte características con el gascón, y el aragonés se parece al asturianu (baste mencionar "fierro", hierro, y "ye", es, en ambas).
Sin embargo, el gallego y el catalán difieren bastante.
¿Por qué es esto?
Esto es debido a múltiples factores como son el relativo aislamiento y lejanía de la costa noroccidental de la península frente a la cercanía al núcleo imperial romano de Cataluña y el Sur de Francia, lo que permitió una mayor latinización, que deriva no sólo en el mantenimiento de ciertos arcaismos panrománicos, sino en la evolución fonética más radical, frente al conservadurismo galaico-portugués que mantiene más arcaismos al haber adoptado más tardíamente una lengua latina estandarizada y no haber sido esta hecha "propia" por parte de la población (estos casos son típicos, también se dice por ejemplo que en Inverness, Escocia, se puede oír el mejor inglés, debido a que éste llegó en época reciente allí).

Por otro lado, y ya hablando de los substratos (lengua hablada previamente en la zona) de cada una de estas lenguas romances, el gallego posee un substrato céltico de la rama q- muy fuerte, frente al casi exclusivo substrato íbero del catalán (apenas habitaron celtas o vascones en Cataluña).
Y es que antes de la llegada del latín la península era practicamente toda ella céltica (de la rama q-, como el gaélico, y a diferencia de la rama p- gala y britana), a excepción de la tira íbera desde los Pirineos orientales hasta Andalucia (occidental, incluso) y el núcleo vascón-aquitano de Navarra.
Es por ello que tanto el astur-leonés como el castellano como navarro-aragonés comparten también un substrato céltico, junto con uno de caracter euskérico no bien determinado, pero especialmente notable en el castellano, los dialectos orientales astur-leoneses, el navarro-aragonés, y como no, el gascón.
Los cántabros no se sabe a ciencia cierta si eran celtas, pues en un texto romano se dice que son lo mismo que los aquitanos, y de hecho luchan con ellos en alianza contra los romanos en Aquitania, pero claro, por el medio quedan también las tribus supuestamente célticas de la Comunidad Autonóma de Euskadi. En otro texto se dice que eran como los astures, y que no existía diferencia entre todos los pueblos de la cornisa cantábrica, deduciendo que todos serían celtas.
De todas maneras, el habla del valle de Pas (en Cantabria) aun siendo aún astur-leonés es bastante distinto a las de su entorno y se dice que esto es así porque fue repoblado por moriscos cristianizados del sur de León.
Sí puede hablarse también de un cierto substrato íbero en el navarro-aragonés, y de un substrato celta p- (galo) en el occitano, aunque seguramente ya muy oculto tras una alta latinización en los dos casos (el valle del Ebro fue también prontamente asentado por los romanos).

Como ya sabemos, el castellano acaba confluyendo con el astur-leonés (hay que decir que éste llegó a hablarse en Palencia y parte de Burgos) y el navarro-aragonés, no sin modificar ampliamente ésta incorporando peculiaridades propias de estas variedades romances, provocando también que estas lenguas acaben asumiendo tantas características del castellano que no sean consideradas sino dialectos de éste.
Hoy en día estas lenguas se caracterizan por preservar un importante número de "vulgarismos" y léxico popular, que se perdió en el castellano (siempre influenciado por su variedad literaria), al haber sido las zonas rurales sus últimos reductos, y esto lo comparten con el euskera:
"muga" es frontera en aragonés y euskera, "polida" y "polita" significan bonita en esas lenguas, "vecero" y "bezero" significan cliente en asturianu y euskera, "avientu" y "abendu" son diciembre en estas lenguas.

En cambio, el gallego y el catalán resisten más a la influencia castellana por su posición geográfica (el colchón que les proporciona el astur-leonés y el navarro-aragonés respectivamente) e incluso exceden sus propias comunidades autónomas, penetrando en Asturias y Aragón respectivamente.
El euskera, al no presentar inteligibilidad con ninguna lengua romance, acaba cediendo parte de su territorio que adopta el castellano directamente.

Hablando, ya para terminar, de la zona oriental, precisar que Francia en la Edad Media se dividía tradicionalmente en dos zonas lingüísticas (que no corresponden a la realidad completa, por supuesto, y que es una clasificación muy pobre) la de la Lengua de Oil, en el Norte, y la de la Lengua de Oc, en el Sur.
De esta última proviene el nombre de la región de Languedoc (langue d'oc).
Oil y Oc eran las formas usadas en ambas variedades románicas para decir "sí", de donde viene el oui francés (oil > *oiu > oui, la -l- a -u- es normal, como en mauvais < *malvais, "mal") y el gascón ò (< oc).
De oc viene también el nombre inventado de "occitano".

Dentro del gascón, el bearnés y el aranés (ambos, "gascón pirenaico"), presentan un caracter tan marcadamente peculiar que en ocasiones son presentados como lenguas aparte. El ariegés se funde con el occitano ya, y en el landés el habla de una comarca en concreto es llamada el "parlar néguer" por su rareza fonética.
El catalán y el occitano son practicamente parte de un continuum muy estrecho y de alta inteligibilidad, los dialectos sureños del occitano ya poseen particularidades catalanas y viceversa. Mientras que el gascón y el occitano se entienden algo peor.

Los dialectos del occitano presentados en el mapa no se sitúan precisamente ahí, pero creí que merecía la pena dar una visión aproximada de ellos. El lemosín de Limoges, y el provenzal de Marsella, situados más al Norte y Este respectivamente de lo que aparecen en el mapa.

Lemosín llamaban a su lengua los trobadores catalanes medievales, a pesar de tratarse de catalán.

Y esto es más o menos lo que puedo contar con el mapa delante.

miércoles, enero 03, 2007

El colectivo femenino

Pese al título de la entrada, no voy a hablar ni de grupos de mujeres, ni, por si nos leen argentinos, de autobuses hembra.

Voy a hablar de un fenómeno muy curioso en las lenguas romances, que yo al menos conozco en castellano: el de los "plurales colectivos en -A".

Recapitulemos. El castellano viene del latín. Hasta ahí bien. Normalmente, los nombres en castellano provienen, no del nominativo, sino del acusativo. En el acusativo, las palabras masculinas normales acababan en -UM (que en castellano dio -o, como LUPUM > lobo), y los plurales en -OS (que se mantiene, como LUPOS > lobos).

Pues resulta que el latín tenía una peculiaridad. Las palabras "neutras" (que no eran ni masculinas ni femeninas), en el plural del acusativo terminaban en -A. Por ejemplo, PRATUM, "prado", tenía como plural PRATA.

Y nos acercamos al asunto. El apellido "Prada" no significa un "prado femenino"... sino, precisamente, es una reliquia de este plural latino: significa "prados".

Y por esa misma razón, la "leña" no es la mujer del "leño", sino "un conjunto de leños". Y por esa misma razón, una "braza" es la medida que un hombre puede llevar en "brazos". Y cuando dos personas hacen "votos" se celebra una "boda" (de VOTUM y VOTA, aunque luego algún gramático despistado decidió que se escribiera con "b"). Y llamamos "fruta" a un conjunto de "frutos". Y el conjunto de críos de un animal es su "cría". Y así.

De ahí viene que muchas palabras de género femenino en realidad no tengan el más mínimo significado femenino. Y de ahí vienen otras muchas cosas, que dejaremos para otro día ;)