jueves, diciembre 28, 2006

"This is not your island, this is our island"

Uno se siente muchas veces engañado por la ortografía del inglés.
Y no sólo ya en el sentido de que los sonidos escritos no son los pronunciados, sino que este maquillaje ortográfico de letras no relacionadas con la realización oral de la palabra se utiliza en ocasiones para justificar falsas etimologías.

Ese fue el caso que ya presenté en este blog para la palabra "typhoon", que a pesar de su aparente similitud con la palabra griega, su procedencia no es tal (aunque lo irónico de aquel caso es que en realidad sí procedía de ahí).

Pues bien, otro caso similar es el de la palabra "island".

A simple vista todo parece indicar que tiene relación con nuestra "isla" (y el inglés "isle"), pero no es así.

Es bien cierto que la palara "isle" viene del latín "insula" via francés medieval "isle" (>"île"), y que lo más normal es pensar que "island" no es sino un derivado de ésta, al que se le ha añadido "-land" por analogía semántica.

Lo curioso es que no es así, island no tiene ninguna relación etimológica con isla, isle o insula, a pesar de su artificial parecido, y es que la -s- sobra, pues se pronuncia "îland" (pronunciemos aquí î como ai, pues la î representa una vocal larga que tras el Cambio Vocálico del inglés medio pasó a ser un diptongo), con una inexistente sibilante... que, por otra parte, tampoco lo es en isle, ni en su cognado francés île, aunque en este caso por evoluciones internas del francés, que en su habitual pérdida de sibilantes finales en sílaba cerrada usa del circunflejo para indicar una antigua s etimológica.

El origen, pues, de esta î (i larga) de island es el mismo que el latín "aqua" (agua), desde el término indoeuropeo *akwâ, que siguiendo las leyes de la evolución fonética germánica (Grimm) daría *ahwô, documentado en gótico como ahva (río, agua).
Esta raíz da el mismo término anglosajón "êa" (de donde Tolkien sacó la palabra élfica para mar, ëar) y el antiguo alto alemán "aha".
Al parecer la parte is- de island provendría no de ese sustantivo, sino de su forma adjetivada *ahwjô, que daría en anglosajón *êaj > êg, de donde aparecen las formas del inglés antiguo "iland" e "igland" para isla.

Y visto que la s es un añadido totalmente posterior a esa palabra, no queda sino decir que a nadie se le ocurra pronunciarla, a riesgo de estar diciendo "Iceland", que no es otra isla sino Islandia (que significa tierra de hielo, aunque en castellano se haya prestado más atención a la forma original ís, hielo, en islandés y parezca que tiene que ver con la palabra isla, que islandés se dice eyja, "del agua", del mismo adjetivo anglosajón *êaj) ... aunque en un inglés afectado carente de r en posición final bien podría confundirse island con Ireland... otra isla, casualmente.

martes, diciembre 26, 2006

Notas de Esperanto

¿Por qué el esperanto me suena siempre tanto a la Navidad? Quizás sea por lo que ambos tienen de utopismo, de buenos deseos, de búsqueda optimista de un mundo mejor... No lo sé, pero he pensado que estos días eran buenos para dar, a quienes no sepan nada de este idioma, unas pequeñas Notas de Esperanto.

El esperanto es un idioma plenamente regular. Las reglas gramaticales son extremadamente sencillas. Por ejemplo:

  1. La terminación de cada palabra marca lo que es. Por ejemplo: Todos los sustantivos terminan en -o. O dicho de otra forma, cada vez que ves una palabra que termina en -o, es un sustantivo. Así, tablo quiere decir "mesa, una mesa". Así el resto de categorías.

  2. -A: adjetivos. Orango es una naranja, pero oranga es "naranja" como adjetivo. Así, oranga tablo es "mesa naranja".

  3. El único artículo es el determinante, y es invariable: la oranga tablo es "la mesa naranja". Significa también "los".

  4. Los infinitivos terminan en -i. Por ejemplo, esti es "ser o estar". Y dentro de los verbos sigue la regularidad. La -a- marca el presente, la -i- el pasado, la -o- el futuro y la -u- el condicional. Todas las formas personales de indicativo acaban en -s. Así que: la tablo estas oranga es "la mesa es naranja". estis oranga: "era naranja". estos oranga: será naranja. estus oranga: sería naranja.

  5. Los pronombres personales más simples son: mi (yo), vi (tú/vosotros), li (él), ni (nosotros), ili (ellos). El verbo es invariable. Así, mi estas Eleder es "yo soy Eleder", li estis Fiondil "él era Fiondil".

  6. El plural es añadiendo una -j que se pronuncia como -y. La tabloj estas orangaj es "las mesas son naranjas". Y el "no" se hace con ne

  7. Los posesivos son los pronombres personales con la -a de adjetivo. Así, la mia tablo estas oranga. La via tablo ne estas oranga: "mi mesa es naranja, tu mesa no es naranja".

Y muchas de las palabras son fácilmente reconocibles si se saben un par de idiomas latinos, o también inglés. ¿Descubrís el significado de las siguientes frases? Pues ¡ya habéis aprendido algo de esperano! Consideradlo el regalo de Olentzero de FilóBlogos :D

La kato kantas sur la tablo.

Li estis mia granda amiko.

La alta domo ni estos nia.

domingo, diciembre 17, 2006

Gasconismos ibéricos

Ultimamente estoy de un romanista que no me reconozco.
La lengua gascona (ya hablé algo sobre ella en este blog, y me temo que hablaré bastante más) es una peculiaridad románica muy ignorada y sin embargo, a mí me parece muy bella.
Y sigo diciendo que afirmar que el gascón es occitano es como decir que el aragonés es catalán.

Hoy simplemente vengo a contar unos breves apuntes que he observado recientemente... y es que esta lengua comparte más características con las lenguas ibéricas que con el francés (pues tan al norte e influenciado por lenguas germánicas se desarrolló éste...).

Me hizo mucha gracia descubrir que en un pequeño manual en francés que tengo de gascón califican de "gasconísima" la siguiente estructura que sin duda será familiar a los hablantes de castellano:

- Usar el adjetivo modificante del sustantivo precedido de "de" y del sintagma adjetival (artículo definido + adjetivo) en plural.

Esto es, sustituir, por ejemplo, el adjetivo "tranquilo" por "de los tranquilos", o en gascón:

Qu'ei un vilatge deus tranquilles
Es un pueblo de los tranquilos = Es un pueblo tranquilo

Como veréis se puede usar perfectamente en el habla oral castellana, y de hecho yo lo usé al principio de mi anterior post, pero a los francófonos les resulta de lo más divertido y extravagante.

Es ésta una lengua extraña sin duda, que bien merecería su largo perdurar en el tiempo, cosa no tan sencilla en el hecho.

En el fonetismo comparte algún que otro rasgo con las lenguas de la península ibérica, como pronunciar fricativas las sonoras intervocálicas al igual que en castellano (por ejemplo, en la palabra "dado", la segunda de es fricativa = "dh", "dadho"), o el propio cambio de f- inicial a h-, máx extensivo que en el propio castellano, pero equiparable al del cántabro. Así pues, donde en gascón se dice "huec" en castellano se dice fuego y en cántabro "huegu", "hèsta" que no es otra cosa que "fiesta", "hemna" es mujer, "hembra" (del latín femina, francés femme), o "hum" es humo. Además, la b y la v se confunden en un sólo sonido de igual manera de que en las lenguas ibéricas.
Comparte con las de la parte oriental otras características, como el rasgo pirenaico de los dialectos aragoneses más septentrionales y del bearnés gascón de mantener las oclusivas sordas latinas intervocálicas (que en castellano pasan a ser sonoras, pero que el euskera también mantiene como sordas) y sonorizarlas ante nasal o líquida (también compartido por el aragonés pirenaico y el euskera).
El artículo masculino definido del gascón pirenaico es eth, plural eths, que se enlaza con esa misma forma en el gascón aranés, con el castellano "el", y el catalán el, els, en contraste con las formas francesas le, les, y gasconas septentrionales (lo, los, coincidente este último con el castellano).

Y como rarezas mencionar que todas las frases afirmativas han de llevar el prefijo "que" delante del verbo (las exclamativas "be", bien, y las interrogativas "e", y).

Por otra parte, aunque ortográficamente se escriban las palabras femeninas con -a, ésta es pronunciada como nuestra -o, ¡haciendo, pues, que su femenino suene al masculino castellano!

En definitiva,
que están locos estos gascones.

miércoles, diciembre 13, 2006

Reductos del paganismo

Existe entre nosotros un reducto del paganismo. Muy poca gente lo reconoce, pero llega a nosotros constantemente, con una regularidad asombrosa. Comienza el lunes, pasa por el martes y el miércoles, se hace fortísimo el jueves y el viernes, y sólo nos deja descansar el sábado y el domingo. El resto de los días nos acompaña, retrotrayéndonos a las épocas en las que otros dioses poblaban nuestras tierras y nuestros corazones.

Me refiero, claro, a los días de la semana.

La mayor parte de los días de la semana en castellano provienen casi directamente de los antiguos días romanos. Éstos estaban dedicados cada uno a un dios, y casi todos se han mantenido hasta nuestros días, pese a los intentos eclesiales de sustituirlos por formas como "Segunda feria", "Tercera feria" y así (que sí frucificaron, sin embargo, en Portugal).

La estructura era la del nombre del dios en genitivo, y luego el nombre "dies", como en MARTIS DIES: "Día de Marte" o JOVIS DIES: "Día de Júpiter". En español de España dejó de usarse "día" (aunque en muchas partes de Hispanoamérica siguen diciendo "día lunes", "día martes"); la -I- de MARTIS y JOVIS se abrió a -e-, como es normal, y la -O- diptongó en -ue-, dando así "martes" y "jueves", de forma totalmente regular.

El viernes era el día de Venus, o VENERIS DIES: con la diptongación de la primera -E- debería haber sido, regularmente, "vienres", pero se ve que no gustó mucho, y la -R- y la -N- cambiaron su sitio para volverse un más eufónico "viernes".

El día antes del martes estaba dedicado a la luna, y así era LUNAE DIES. Esto habría dado en español "lune", pero como el resto de días terminaban en -s, pues éste tomó también la -s, convirtiéndose en "lunes".

Y el posterior al martes igual, porque estaba dedicado a Mercurio, siendo MERCURII DIES. La primera -E- diptongó (llevándose el acento que originalmente no estaba ahí, por cierto), la -U- se abrió en -o-, y la doble -II se convirtió en -e. Esto hubiera dado "miércore"; por analogía, tomó la -s también; y dado que las dos -r- tan juntas parecieron ser un problema, de "miércores" por disimilación se pasó a "miércoles", más fácil de decir.

(Con lo que en padremoñal los días de la entresemana serían "lune", "martes", "miércore", "jueves" y "vienres"!, por cierto)

En los otros dos días sí se generalizó el nombre cristiano: "sábado" (por la fiesta judía del sabbath) y "domingo", de DOMINICUS, "(día) del Señor". Los días paganos eran, el del domingo SOLIS (del sol) y el sábado SATURNIS (de Saturno). Si se hubieran mantenido, ¡¡llamaríamos al sábado "sadornes" y al domingo "sueles"!!

Pero con lo que tenemos nos basta para mantener este hilo que nos une con las creencias que tuvieron los padres de nuestros padres, y que hacen que, aun reducidos a la guarda de los días de entre semana, los dioses paganos aún vivan entre nosotros.

martes, diciembre 05, 2006

Repostería: Números

Una de repostear de las largas... que voy a estar fuera hasta la semana que viene.
Posteado originalmente en: Diario de un Ideolingüista
Fecha: 30/08/2005


Quisiera hoy dedicar la entrada del diario a los números en diversas lenguas.

Muchas veces se piensa que los números forman parte de esas palabras de las lenguas que permanecen en ellas durante toda su evolución diacrónica y que rara vez son prestadas o tomadas de otras lenguas. La verdad es que esto desde luego no es así, ni los números y su estructura son inmutables ni es tan raro que sean prestados.

Por ejemplo, estamos acostumbrados al sistema de numeración decimal (y si eres informático al binario, octal y hexadecimal), o la duodecimal en la cuenta horaria, pero hace un tiempo en Europa al parecer fue común el sistema vigesimal, y también hay en el mundo otros sistemas usados (al menos antiguamente) como el basado en el 5 o en el 7, cosa que se puede saber precisamente analizando la etimología de los números, y viendo si los números a partir de uno se basan en compuestos de los anteriores (como 5+2, o 10-1), o son prestados de otras lenguas (al adoptar el sistema decimal, por ejemplo, suele pasar que se abandonen las anteriores formas compuestas de los números).

El sistema vigesimal aún hoy en día es observable claramente en la numeración del euskera, y residualmente en el francés (con sus formas de 80 como quatre-vingts, 4x20, y 90 quatre-vingt-dix, 4x20+10, así como 70 soixante-dix, 60+10).

En euskera el sistema es totalmente regular y completo: 10 hamar, 20 hogei, 30 hogeitamar (hogei eta hamar, 20+10), 40 berrogei (berr-+hogei, 2x20), 50 berrogeitamar (2x20+10), 60 hirurogei (hiru(r)+hogei, 3x20), 70 hirurogeitamar (3x20+10), 80 laurogei (lau(r)+hogei, 4x20), 90 laurogeitamar (4x20+10).

En danés al parecer también permanece una forma de vigesimal: tyve (20), tres < tresindstyve (60) y firs < firsindstyve (80), pero su numeración es mucho más rara e irregular.

Buscando más pistas sobre esta numeración vigesimal he encontrado que también el albanés (një 1, dy 2, njëzet 20 : 1x20, dyzet: 40: 2x20) y el georgiano (ori 2, ati 10, otsi 20, ots-d-ati 30, or-m-otsi 40), a nivel de Europa, lo usan, mientras que incluso el Ainu (hotnep 20, tu hotnep 2x20: 40), en Japón, lo usa también, así como las lenguas eskimales (dialectos Inuit y Yupik) regularmente 20, 20+10, 2x20, 2x20+10, etc. (además de contar 6: 5+1: VI, 7: 5+2: VII, 8: 5+3: VIII y 9: 10-1: IX).

Según varios linguistas el origen de la numeración vigesimal en Europa puede estar en las lenguas de la supuesta familia pre-indoeuropea vascónica que se hablaba en Europa continental.

Lo curioso es que puede que el propio sistema vigesimal en el euskera sea prestado del céltico. Esto es, fueron los vascónicos los que introdujeron el sistema entre los celtas (cuyo origen indoeuropeo debería otorgarles inicialmente un sistema decimal) o fueron los celtas los que forzaron al euskera a numerar así?.

En galés medieval y galo había sistemas de numeración basados en el 20 totalmente paralelos al del euskera:

20 ugein / ugant, 30 deg ar hu / decan ugant, 40 deugein / duogant, 60 trugein / triugant, 80 petorugant.

Además, casualmente “ugein” suena muy parecido a “hogei”, jaja. Pero recordemos que ugein y ugant son formas indoeuropeas emparentadas con la latina viginte < *wigenti- < *wikemti- < *dwidekomti-. Así, pues, si las formas celtas y la vasca suenan parecidas, y estas tienen origen indoeuropeo, tendrá hogei origen indeuropeo?

Siguiendo con la forma reconstruida de 20 para indoeuropeo se me sugiere otro tema relacionado: la raíz IDE kmt- (grado cero) que según apunta todo debió significa 10 en la época más arcaica del indoeuropeo común, aunque posteriormente (con la necesidad de contar números más altos) pasó a ocupar la posición de 100, convirtiendo a 10 en la décima parte de esta (de-kemt-). Sin embargo, que significara 10 es visible en el hecho de que la raíz en grado -o- está presente en todas las terminaciones de decenas: 20 dwi-de-komti-, 30 tri-komti-, 40 kwetwor-komti-, 50 penkwe-komti-, 60 seks-komti-, 70 septem-komti-, 80 okto-komti-, 90 newn-komti-, y finalmente en 100 en grado -e- (apofonía indoeuropea –e-/-o-) 100 kemt-.

Pasemos ahora a comentar los numeros de otra familia, europea también, y relacionada con la indoeuropea: la urálica.

Tomemos como sus exponentes el húngaro y el finés (sus mayores lenguas en lo que se refiere a hablantes, 10 mill. y 5 respectivamente, historia, literatura, naciones y también practicamente las dos más alejadas entre sí, en realidad no, porque las más alejadas son las samoyédicas).

Húngaro:

1 egy , 2 kettö’ (két), 3 három , 4 négy , 5 öt , 6 hat , 7 hét , 8 nyolc , 9 kilenc , 10 tíz

Finés:

1 yksi , 2 kaksi , 3 kolme , 4 neljä , 5 viisi , 6 kuusi , 7 seitsemän , 8 kahdeksan , 9 yhdeksän , 10 kymmenen

Hacer notar aquí que la ö’ del húngaro es una ö larga, que se marca con dos ‘’ encima, y todas las vocales largas húngaras llevan la tilde ´, gy es una d palatal, a es una vocal entre la a y la o (en inglés what, god, hot, etc.), ny es una n palatal (ñ), c es la africada ts.

A simple vista pude ver que los 4 primeros números provienen del proto-urálico:

Yksi < *ykte- > *ekt- > egy

Kaksi < *kakte- > *kekte- > kettö’, két

Kolme < *kol@m- > *hol@m- > három

Neljä < *nedjä- > *nédj- > négy

Se sabe que la k- urálica inicial en húngaro da regularmente h- (como fin. koti, casa, hún. ház, fin. kala, pez, húng. hal), así que el número 2 resulta conflictivo porque mantiene la k- inicial, puede que por la estructura de sílaba cerrada. Las lenguas úgricas khanty y mansi documentan las formas intermedias con kh-, y también tienen k- en 2.

-l- intervocálica de *kol@m se convierte en -r-, fenómeno muy típico en todas las lenguas del mundo, puesto que suenan practicamente igual en esa posición (véase por ejemplo que los japoneses no distinguen esos dos sonidos, y palabras del euskera como Álava > Araba, Ayala > Aiara). La @ de esa reconstrucción es una vocal indeterminada que se perdió, puede que una schwa.

Lo que se puede apreciar es que el finés es claramente muy conservador con respecto al proto-urálico (mientras que la mayoría del resto de lenguas urálicas tienen evoluciones bastante grandes a nivel fonético).

Con una observación más imaginativa se ve que los números del 5, 6 y 7 también pueden estar relacionados:

Viisi < *witte- > *wet- > öt (la forma intermedia *wet > vet está documentada en khanty, lengua úgrica)

Kuusi < *kutte- > *kot- > hat

Seitsemän < *seitte- > *heit- > hét

Este último es pura especulación, no sé si está documentado el cambio s- > h-, pero posiblemente no sea correcto, y no he visto reconstrucciones que se atrevan con un 7 proto-urálico, ya que hay bastante diversidad en este número (por ejemplo, en khanty es tapet, y en mansi sat, lo cual hace dificil reconstruir incluso el proto-úgrico, pero en mansi se ve relación con *seitte-, no?).

De todas formas el número siete es practicamente idéntico el indoeuropeo septm!! Así que puede tratarse de un préstamo temprano. Comparar: 7 ide. septm, georg. shvidi, eusk. zazpi, acadio sebe, árabe sab'ah, hebreo sheba', ethiop. seb'atu, egipcio ant. 'safxaw, guanche satti, tuareg sah, dravídico noreste satte:, etrusc. semph, proto-kam-sui (familia tai) set, y algunas lenguas austroasiáticas también tienen sat, sa:t, satta, sa:ta, sát (birhor, korwa, bhumij, juang, car).

Los números 8 y 9 en finés son claramente 10-2 y 10-1 respectivamente, y en úgrico hay variedad también. Todo ello parece indicar que la numeración urálica común llegaba sólo hasta el 6 o el 7.

El número 10 es otro tema, puesto que las lenguas urálicas se agrupan en torno a varias formas, pero sin compartir necesariamente términos similares en lenguas más cercanas de su subfamilia. En el caso del húngaro tíz suena muy indoeuropeo dekemt- (> teg@m- > protogerm. *tehun, armenio clásico tasn, prestada al húngaro desde *teĝe-) , mientras que el finés kymmenen provee una raíz fínica tal que *kymt- (por la gradacioón consonántica finesa que convierte -nt- y -mt-, y otros grupos, en -nn- y -mm- al añadirle sufijos al sustantivo), cuya relación con el *komti- ide. anteriormente comentado es innegable (todas las lenguas de la rama fínica poseen este origen para 10, y también de la familia volgaica la lengua mordvin con “kemen”, y tal vez la lengua samoyédica selkup con “köt”).

En la familia úgrica sólo el húngaro parece poseer este préstamo (posterior al de *komti- desde luego) indoeuropeo, porque khanty tiene yang (totalmente aislada a simple vista) y mansi lov (esta relacionada con otras urálicas, ahora lo comento). En la subfamilia pérmica parece que acompañan al húngaro y poseen “das” para 10, con origen similar (armenio tas).

La tercera opción para 10 existente en las lenguas urálicas debe de ser algo como *logwi- compartida por todas las lenguas Saami (las cuales por cierto son las que poseen mayor vocabulario ajeno a la familia urálica, cuya explicación es que sus hablantes son étnicamente distintos a éstos, y que adoptaron la lengua urálica, pero poseen un substrato ártico importante, como los samoyedos): logi, love, etc. y la lengua volgaica mari, lu (y la úgrica mansi: lov).

Las lenguas samoyédicas (excepto selkup) tienen para 10 una palabra que empieza por bi- y similares.

En lo que respecta a números superiores al 10, hay algunos hechos dignos de ser considerados:

En finés no hay novedades en las decenas (todas terminan en -kymmentä) (aunque del 11 al 19 son un poco especiales, ya que se le añade una terminación distinta que significa precisamente "añadir", taisto, porque la terminación de 10 ya se usa en las decenas).

En húngaro del 11 al 19 son muy regulares (tizen+número), pero lo especial radica en que el número 20 y 30 tienen nombres específicas: húsz y harminc respectivamente, que puede que tengan que ver con két (<*kakte-) y harom (<*kol@m). Y las decenas de la 40 a la 90 son regulares con una terminación en -ven (de origen incierto ¿?).

Tanto en finés como en húngaro el número 100 parece ser prestado de una lengua indoeuropea satem (lenguas que evolucionaron *kemt- hacia sat@m, palabra del persa avéstico, entre las que se incluyen las indoiranias, las balto-eslávicas, cuyo contacto con las urálicas es muy probable, y el armenio): finés sata 100 y húngaro száz 100 (comparar con ruso "sto"). Entonces, los urálicos no tenían necesidad de contar hasta números tan altos como 100 en la época remota (como sucedía con los indoeuropeos más arcaicos).

Apasionante, verdad?

Volviendo al euskera, un rápido apunte en lo que se refiere a los números inferiores a 10: 2 bi y 6 sei es muy probable que tengan un origen indoeuropeo, 2 dwi- (prefijo latino bi-, de la forma adverbial *dwis > bis, "dos veces", lat. bis bina "dos por dos", eusk. binaka "de dos en dos"), 6 seks (castellano seis). No obstante, existe otra forma para 2 en euskera que se aleja de la similitud indoeuropea: biga, con lo que puede tener un origen autóctono.

El número 9, en cambio, tiene un análisis igual que el finés (y que el eskimal, y los números latinos IX): 10-1 bederatzi, que dicen viene de bade-eratsi (quitar uno), siendo 1 bat, *bade- en vascónico antiguo.

Y se aisló por ahí también para el número 1 la forma *eka, deducible de hamaika 11, hamar-eka, 10+1. En la familia de lenguas índicas es común esa raíz para el número 1, mientras que no tiene un origen indoeuropeo (puesto que éste era *oinos o *sem- > proto-helénico *hem-, lat. singular, simil, inglés some), en sánscrito éka, pali eka, sinhalés eka, maldivo eke, y en general todas las lenguas índicas tienen hoy en día una forma como ek- o ak- para 1. Podría tener su origen en las lenguas dravídicas, pero tampoco parece ser así, ya que éste es *oru, por lo visto. Un misterio, por qué aparecen números sin origen claro de la nada en familias de lenguas bien conocidas, eh?

Ya para terminar, y aprovechando que actualmente estoy leyéndome el libro sobre la lengua de Koguryo, pongo aquí el material en bruto sobre la numeración de esta lengua que no deja lugar a dudas de su parentesco con la numeración japonesa originario (por cierto, que el japonés tomó prestado en la Edad Media todos los números del chino, y hoy en día tiene números japoneses y sinoides usados en distintos contextos, para que luego digan que los números no se prestan).

Koguryo mir 3 : Japonés mi-, mit- (SJ san)

Koguryo ütsi 5 : Japonés itsu- (SJ go)

Koguryo nan 7 : Japonés nana-, nano- (SJ shichi)

Koguryo t@k 10 : Japonés to-, tô- (SJ jû)

SJ: Sino-japonés

Agradecimientos a http://zompist.com/numbers.shtml

sábado, diciembre 02, 2006

Tripodología

El gran Umberto Eco nos hizo descubrir toda una rama de la Ciencia a la que casi nadie había prestado atención, con su Facultad de Trivialidad Comparada. En ella nos presentó el departamento de Eolofonía, consistente en poner voces al viento; la Avunculogratulación mecánica, que consiste en crear máquinas para saludar a la tía, y la mítica Tripodología Felina, o arte de buscar tres pies al gato.

Y es que crear neologismos cultos es un pasatiempo realmente excitante. Stanislaw Lem, en Ciberiada, nos había hablado de la ciencia de la Neántica, que se ocupa de las cosas que no existen. Circula por ahí un precioso listado de fobias donde nos presenta bellezas como la "aeronausifobia" (miedo a los resfriados), "alodoxafobia" (miedo a las opiniones), "bogifobia" (miedo a los duendes), "geniofobia" (miedo a las barbillas o mentones), y la mítica "fobofobia", de significado obvio (premio para quien, sin mirar a ningún sitio, adivine el significado de triscaidecafobia).

Y me queda por poner una referencia que no consigo encontrar; cuando compre de nuevo "La aventura de las lenguas en Occidente", prometo que la repondré. Mientras tanto, seguiremos hablando un poco de griego ;)